Treinta años después de su muerte, Kurt Cobain sigue siendo un misterio que no logra desvanecerse. Ícono involuntario, poeta torturado, pintor desconocido, estrella renuente, su voz aún sacude a nuevas generaciones que encuentran en Nirvana algo cada vez más raro en la actualidad: furia real, honestidad brutal, credibilidad absoluta. En El chico que moría todos los días, Walter Lezcano revisita a Cobain desde el siglo XXI y descubre a un artista complejo, contradictorio y fascinante: el que escribía diarios íntimos como laboratorios de creación, el que gritaba como si se le fuera la vida en ello, el que soñaba con un mundo menos cruel y más empático. Más que una biografía, este libro es una invitación a pensar a Cobain desde hoy, en un presente donde sus preguntas —sobre la música, la fama, la violencia y la ternura— siguen siendo las nuestras.