La complicidad, el amor, el diálogo que existe entre padre e hijo supera con creces las palabras. Es así como el niño dibuja tal y como él ve y siente el mundo.
Con palabras sencillas intenta consolar a su padre, que ha perdido a su amor. Lo anima y lo hace mirar hacia el futuro, sin dejar de habitar su propio mundo:
Dibujando pavos reales, la nieve y haciendo retratos.