"El ínfimo suspiro" atiende, ya desde el título de la obra, no a un primer plano realista de la crueldad, sino a las voces. Se anticipa, pues, de alguna manera, un ámbito de exploración estética y política que en el curso de las últimas dos décadas irá emergiendo progresiva, ente en el trabajo dramatúrgo de Mauricio Barría.