“El reformateo finisecular del capitalismo no invalida su clave esencial de existencia y reproducción, que es la maximización creciente y permanente de sus ganancias, por la vía de apropiarse de una
cuota también creciente y permanente del valor socialmente producido. Y si se recuerda la definición de
trabajo invocada al comienzo de esta introducción, como “todo esfuerzo humano que agrega un valor de
uso a un bien o a un servicio”, hasta la fecha no se ha descubierto una forma de crear o agregar valor
que no pase por el ejercicio del trabajo, de algún tipo de trabajo. En ese registro, el capitalismo es inseparable de la explotación, y la actual precarización del trabajo no es un rasgo accidental ni arbitrario,
sino una condición de su supervivencia. Dicho de otro modo, la dignificación del trabajo y la plena humanización de quienes lo ejercen siguen siendo tareas pendientes. Ese es el principal mensaje del libro
que usted tiene en sus manos”.