Entrar a un universo es descubrir también sus reglas tácitas, conocer sus caminos. Aprender a «ser ahí». Y eso, o algo parecido, debe ser sentir la música, bailarla, cantarla, dirigirla, escucharla, anticiparla. Hasta recordarla. Y dejar que fluya, a través del movimiento, a las emociones. Porque emocionarse es etimológicamente, ponerse en movimiento, y de eso, quizás, se trata la música. El libro de Alicia Pedroso va justo de aquello, de llevarnos de la mano al mundo de la música, pero no lo hace con cátedras pedagógicas solemnes, con notaciones extrañas ni enumeraciones eruditas. La autora nos conduce por una colección extraordinaria de escritos de buen gusto, con ritmo, con tempo, con una mirada de las preguntas más elementales. ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Para qué? Y en cada una de estas respuestas está la cercanía de una banda, o una cantautora, que pone su propia mirada para contar un viaje que, más o menos, todos viajamos. El que nos lleva al mundo de la música.