Las fotografías que originaron los textos de este singular libro permanecieron largo tiempo guardadas en una caja de cartón, acumuladas intuitivamente, sin orden alguno, por Carlos Altamirano, a la espera de que encontraran afinidades y sentidos cuando confluyeran con otros materiales conservados por él también durante años, en este caso provenientes de brumosos intersticios de su memoria. Ese ha sido, por lo demás, el particular modo como el autor ha articulado la totalidad de su admirable obra visual, que lo ha convertido en uno de los más relevantes artistas chilenos de las últimas décadas. “El tiempo recordado es elástico: se comprime y se estira sin el impulso de la voluntad”, apunta Altamirano, y acto seguido nos conduce por inesperados recodos de su biografía a través de la concurrencia de unas imágenes desprovistas de cualquier aspaviento y de unos textos titulados de manera tan escueta y sugerente como evocadora: “Pena”, “Pintura”, “Colegio”, “Fiesta”, “Error” o “Casas”.